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Su historia:
El Barranco de Benigüengo, (nombre original "Benilluengo"), es un asentamiento de origen árabe y que estos lo habitaron hasta bien entrado el siglo XXVII. Se desconoce su origen inicial.
Su nombre es de claro origen morisco y aún se conservan dos caseríos del asentamiento original de los que se conocen datos catastrales desde 1750. Desde entonces y hasta mediados del siglo pasado, este asentamiento había estado habitado durante todo el año por varias familias.

La agricultura del lugar, básicamente estaba concentrada en el cereal y olivo. También parece ser que había una buena tradición de apicultores.

En la parte frontal del barranco y presidiendo el lugar, tenemos la Peña de la Cruz, debe su nombre a que, en la roca de la cima, como si caprichosamente la erosión del tiempo y la naturaleza la hubiese tallado, se le insinúa una forma de cruz.
Desde hace unos años, algunos de los críos que andábamos por allí, y me incluyo, subimos una cruz de madera que colocamos en la cima, esta cruz lamentablemente duró poco tiempo, ya que un rayo la fulminó y fue entonces, cuando el apreciado y ya desaparecido José Belda, construyó y colocó la nueva cruz de hierro que actualmente preside la montaña.

Fuentes:
Dispone de dos magníficos manantiales naturales de los que nace agua todo el año, es un agua fresca y muy saludable. El manantial más grande, “Fuente de Benigüengo”, es la principal y en la que aún conserva su charca y las piedras que se usaban para lavar la ropa. Está enclavada en una posición privilegiada debido a su agradable y fresca sombra gracias a su vegetación y que, en el estío, ofrece al visitante una buena estancia para refrescarse rodeado de robles centenarios.
La segunda, la que nace al lado de la balsa de regadío, se la conoce como la “Fuente del Tornajo” y en la que hasta hace un par de décadas, aún conservaba su tronco de pino vaciado, (tornajo), que se usaba como abrevadero para los animales. Esta fuente fue descubierta a principios del siglo pasado, ya que, tras una época de sequía importante, la principal se secó y los habitantes del lugar desterraron la montaña hasta encontrar y canalizar este nuevo nacimiento para poder subsistir y tener una nueva fuente de regadío y abastecimiento. Afortunadamente, en años posteriores, la fuente principal se recuperó, y desde entonces hasta ahora, no se ha vuelto a tener constancia de que se haya vuelto a secar. Esta última fuente, la del tornajo, y según explicaban los habitantes pasados del lugar, dispone de propiedades curativas.

La Balsa:
La balsa de regadío también se encuentra bien conservada, recoge el agua de ambos manantiales y dispone de dos salidas de agua que se distribuían por dos acequias, norte y sur, con las que se canalizaba el agua y se regaban los campos cercanos a la balsa.
De las dos acequias, únicamente está operativa la del lado sur. La del lado norte, la que enviaba el agua a los campos cercanos a los caseríos, desde hace tiempo está inutilizada debido a su falta mantenimiento.

La Era:
Otra mención importante es la “Era”, que es donde se trillaba los cereales, entre ellos básicamente cebada y trigo. La era aún está conservada prácticamente intacta, hoy en día es la explanada que, llegando desde la pista forestal, queda justo encima de la misma y es utilizada por el visitante para estacionar su vehículo. En un extremo de su perímetro, aún podemos ver su “Rulo” de piedra maciza trabajada, que se utilizaba arrastrado en la era por las caballerías, para aplastar la espiga y separar el grano.